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EL REY Y SU HIJO


CONOCER LA POBREZA

En una ocasión, un rey de un lejano país -pensando en que era
necesario que su pequeño hijo conociera las necesidades de su pueblo-
tomó al pequeño heredero y lo llevó a dar un paseo por el campo.

-Hijo, quiero que conozcas lo que es la pobreza. Algún día serás rey
y te servirá esta experiencia para poder conducir mejor tu reino.

Tomó entonces al pequeño príncipe y lo llevó a dar un largo paseo en
el carruaje real. En el camino, el pequeño observaba las casas, los
otros niños, las parcelas de cultivo. En un punto del trayecto
pararon en una casa escogida al azar y se acercaron a saludar a los
súbditos que ahí moraban, entre los que se encontraban unos alegres
niños que correteaban y jugaban con su perro. Sorpresivamente
fueron invitados por los dueños de esa humilde vivienda a compartir
con ellos sus precarios alimentos, los cuales degustaron todos con
alegría.

Nuevamente emprendieron su camino por aquellas vías del reino y
pronto los sorprendió la noche. Entonces el rey decidió regresar a
palacio. Al llegar a su residencia, el padre preguntó al pequeño:
-Ahora has conocido lo que es la pobreza, ¿qué me puedes decir al
respecto?.

Lo que el pequeño soberano contestó dejó al padre absorto:


-Padre, gracias por esta gran lección que me has dado. He podido
apreciar la paz y felicidad con la que vive la gente... He sentido
la frescura del campo, la belleza de la libertad, la armonía que se
vive en sus hogares. Qué dicha poder admirar el cielo como se ve en
los campos, qué alegría ver las aves volar por los cielos y los
animales correr por la campiña. Cómo quisiera yo poder tener una
mascota con quién jugar. Cuánto desearía tener unos hermanitos como
aquellos con los que compartí la comida.

Sería inmensamente feliz si todos los días pudiera admirar la puesta
del sol como hoy, y como nuestros súbditos la aprecian todos los
días... Qué razón tenías padre, cuánta riqueza hay en el mundo y
cuánta pobreza nos aqueja a los príncipes... gracias padre por
haberme permitido darme cuenta cuan pobres somos y cuan ricos son
nuestros súbditos. Espero que ellos me permitan compartir su
riqueza cuando yo sea su rey.


Ciertamente la visión humilde de los niños nos enseña y descubr
riquezas que a los adultos muchas veces nos es difícil apreciar.


Proverbios 13:1  El hijo sabio acepta la disciplina de su padre, pero el burlador no escucha la corrección.

Las riquezas del hombre pueden ser el rescate de su vida, pero el pobre ni oye las amenazas.

18 Pobreza y vergüenza tendrá el que desprecia la disciplina, pero el que acepta la reprensión logrará honra